viernes, 31 de agosto de 2007

Frida Kahlo en Monterrey (Por: Leticia Segura)






Como parte de los festejos que se llevarán a cabo por el aniversario del natalicio de la pintora mexicana Frida Kahlo, habrá una exhibición en el Museo Contemporáneo MARCO, en donde se presentarán autorretratos, óleos y pinturas sobre papel, este evento forma parte de una de las actividades del Fórum Universal de las Culturas Monterrey 2007 del 20 de septiembre al 8 de diciembre de este año, además estas obras continuarán su itinerario a partir del mes de octubre a los Estados Unidos.

Pero, quién fue Frida Kahlo?, qué representa para el pueblo mexicano?, qué la hace especial?.

Pues bien, Frida Kahlo, que en realidad se llamaba Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, nació un 6 de julio del año 1907, es por ello que el “Homenaje Nacional” es en este 2007 y aunque algunos medios informativos han equivocado sus datos al referirse como el “aniversario luctuoso”, lo cierto es que la celebración se debe a la fecha de su natalicio, los padres de Frida fueron Guillermo Kahlo, de origen judío húngaro y la mexicana Matilde Calderón.

Frida, estudió en el Colegio Alemán y en la Escuela Nacional Preparatoria de la Ciudad de México, y su vocación al arte comienza después de un lamentable accidente que sufre a sus 18 años de edad, este accidente marca definitivamente su vida, ya que se destrozó la pelvis, la columna vertebral y su matriz es afectada, situación que no le permitirá dar vida a otro ser. Pero no sólo ese accidente dejaba secuelas, su pierna derecha era un poco más corta y delgada que la izquierda, a raíz de la poliomielitis que adquirió a sus once años de edad.

Sus primeras obras nos muestran a una Frida realista, plasmó flores, familiares, etc., pero después de pasar por el accidente y el haber permanecido tanto tiempo en el hospital, “ayudó” a que su inspiración se reflejara en sus lienzos, marcando así una tendencia surrealista, expresó en sus obras la realidad del subconsciente, es decir, el mundo simbólico de los sueños.

Frida amó profundamente al también pintor Diego Rivera, y a pesar de que mucha gente criticó esa unión por ser tan disparejos en sus edades, (ella 22 y él 42), vivieron un tiempo felices, luego se divorciaron y después de un año de estar separados vuelven a contraer nupcias, logrando así permanecer juntos.

Mientras los años transcurrían y su estado de salud empeoraba, ella se dedicó a escribir, a dar clases, a pertenecer y realizar movimientos de lucha por los derechos de la mujer, por los campesinos, por la gente humilde, etc., ella era de la izquierda.

Su enfermedad la fue consumiendo poco a poco, pero no por eso dejó de luchar hasta el último momento, y fue en ese lapso cuando ella, postrada en su cama realizó obras como “Flor de la vida” y “El sol de la vida”.

Muere el 13 de julio de 1954, y su esposo Diego Rivera siguió al pie de la letra su última voluntad: ser velada en la “Casa Azul”, para posteriormente ser cremada y sus cenizas en una urna, colocada en la habitación del segundo nivel de su casa.

Don Diego donó este inmueble a la nación, nombrando a un Comité Técnico para que lo administrara, la Casa Azul se transforma en museo, Carlos Pellicer –amigo cercano de Frida- fue quien estuvo a cargo de ordenar y cuidar cada rincón de aquella casa.


Actualmente algunas piezas ya han llegado a la Ciudad de Monterrey, es la oportunidad de ver y disfrutar cada una de las obras de esta gran pintora, orgullo de México.


Por: Leticia Segura

Agosto 2007

miércoles, 29 de agosto de 2007

Cine mudo




Chaplin. El arte de expresar sin palabras

El cine ha ejercido, desde sus inicios, una marcada influencia en la población global. La fascinación provocadora de los distintos cuadros en movimiento se hizo parte esencial de la cultura popular y, en gran medida, hizo surgir entre las masas un vehemente deseo de alcanzar nuevos niveles de satisfacción visual. El cine mudo emana desde las entrañas de un mundo ávido, sorprendentemente aglomerado ante un proyector de imágenes, en las cuales, busca el retrato perfecto de su propia caricatura social. La ausencia de sonido no fue impedimento para crear un lenguaje propio: el sugerente e insinuante. Un lenguaje capaz de convertir a los espectadores en piezas partícipes del nuevo juego humano llamado “modernidad”.

Charles Chaplin comprendió, desde sus inicios en el cine, que la palabra no era estrictamente necesaria para crear magia en el espectador ni para conmover sus sentidos. Preocupado de la temática y la representación, su habilidad para conducir a sus colaboradores de cuadro a los extremos del lenguaje corporal y la expresión facial, le valieron el reconocimiento mundial de todos aquellos que admiran la estética del cine. Su faceta de actor resulta más sublime, ni comediante ni mimo, sino satírico y crítico poseedor del don de la elocuencia y de la pantomima como recurso irónico para representar la realidad de una forma subjetiva. Él se reía de sí mismo y, a la vez, se reía de la sociedad, del mundo y de la modernidad.

Desde el inicio de cualquier película de Chaplin existe una impetuosa provocación hacia el público, no es de ninguna forma una intención que el autor pretende esconder, por lo contrario, el mensaje siempre se encuentra claro y visible en el transcurso del filme: exhibir una crítica social, política y cultural. La incapacidad de usar la palabra no le desanima sino que le obliga a desarrollar otros métodos aún más inquisitivos que el diálogo. La imagen se convierte, entonces, en la principal arma para mostrar el propósito fundamental de su obra, la confrontación y no evasión de la realidad social.

La recreación visual va cargada de elementos sentimentales y psicológicos que determinan la actitud de los personajes principales ante la vida y el modo de vivirla, generando, por consiguiente, un drama puramente humano. El resquicio por donde intenta escaparse la felicidad trata siempre de ser cerrado por el individuo que vive la fatalidad. El propósito de Chaplin no es constituirse como un genio moralizador, ni mucho menos hacer de sus películas fábulas obsoletas con un consejo superficial acerca de cómo debería ser redimido el mundo y la sociedad; la intención es que el espectador se confronte, se confunda con los personajes, se encuentre dentro de esa atmósfera satírica y quede inmerso en ella para gozar del sufrimiento y reírse del infortunio de su propia existencia sombría y mecanizada que esclaviza su desalentado espíritu.

Cada uno de sus trabajos muestra un universo crítico concientemente organizado, que se percibe desde distintos ángulos que son puestos en el escenario como un juego de comparsas modeladas por manos de artesano, de artista que penetra en las conciencias sin fastidio ni tintes trágicos. Entrar en su cosmos cinematográfico provoca alcanzar los polos opuestos de las emociones porque ambos se conjugan dentro de él. Juega con nosotros, envolviéndonos en su ambiente, somos olas que subimos y bajamos a su orden y disposición, reímos con sus aventuras, lloramos con sus desdichas, y envidiamos su fantasía, su rostro y encanto ingenuo que encuentra, a pesar de todo, la vida magnífica y jocosa porque no se olvida nunca de vivirla intensamente, se convierte en héroe inútil al que se le tiene compasión, luego se le admira por su virtuoso ingenio para salir airoso de sus múltiples tropiezos y porque con su mirada pícara muestra un corazón capaz de entregarse a sí mismo por otros prolongando así, la marcha de su largo andar, esbozando sonrisas y viviendo su alegría al lado de su cómico drama que sigue moviéndose a tantos o cuantos cuadros por segundo, según avance la tecnología de un mundo agónicamente globalizante.

Reyna V. Méndez Rodríguez

About a book named "Lolita" (Por Lily Garza)



Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas.
Pecado mío, alma mía.



Su nombre era Dolores Haze; una niña de cabello castaño y ondulado, 1.48 de estatura, esbelta, hombros color miel y trece años de edad. Sentada junto a sus compañeros en un salón de clases un hombre cualquiera no hubiera reparado en ella: no era ni la más bonita, ni la más lista, ni la más educada. Pero cuando los ojos de Humbert la descubrieron entre las azucenas del jardín de aquella casa en Ramsdale, Lolita le pareció la más hermosa entre todas. Humbert era extranjero, de voz profunda y hombros anchos, y estaba próximo a cumplir cuarenta.


Vladimir Nabokov publicó Lolita en 1955, aunque el nacimiento de la historia oscila entre 1939, cuando radicaba en París, y 1954, durante sus diversos viajes por los Estados Unidos. Su acogida entre los editores no fue nada favorable, pues muy pronto le imprimieron el sello de “pornográfica” y la rebajaron al nivel de las novelas baratas.

Lo-li-ta: la punta de mi lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.


¿Qué llevó al protagonista, el versátil Humbert Humbert, hasta aquella niña? Un amor precoz súbitamente interrumpido, numerosas niñas que jugaban en los parques de Francia, un grotesco matrimonio disuelto, un viaje a Nueva York, la búsqueda de un lugar tranquilo en donde escribir y un incendio. Todo esto desaparece en el segundo en que sus ojos la encuentran.


Desde ese instante Lolita se convierte en el motivo de Humbert para quedarse en un pueblillo como Ramsdale. Sus días giran en torno a la pequeña nínfula (nombre con el que designa a todas esas “niñas demoníacas” que, conscientes del efecto de su hermosa, convierten a hombres como él en esclavos de sus caprichos). Gasta horas enteras ideando la forma de pasar cerca de ella, de mirarla sin levantar sospechas, de rozar su pierna casi accidentalmente al hablar con Charlotte Haze, la madre. Garabatea incesantemente con letras minúsculas en un cuadernillo los avances de Lo por la casa, los detalles de su cuerpo, así como las intrusiones de la Sra. Haze, quien, por su aversión a Lolita y su creciente interés en Humbert, se convierte en un gran obstáculo. Sueña el extranjero con desastres que borren a la gorda Haze de la tierra y depositen a Lo en sus brazos. Hasta acepta casarse con ella para así, como padrastro, poder estar cerca de la niña sin parar en la cárcel.

Finalmente cuando Charlotte descubre el cuadernillo en el que Humbert ha desahogado toda su locura y éste siente que todo está perdido, un fatal accidente tiene lugar que lo convierte en un hombre viudo y el pariente más cercano de Lolita.


¿Cómo transcurre la vida de Lo después de este incidente? A merced de Humbert, quien sabe que podrá hacer con ella todo lo que desee. Después de todo, él mismo lo confiesa: “Lo no tenía absolutamente ninguna parte adonde ir.”


Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.


No es Lolita, en el fondo, una novela erótica. El mismo autor declara, en un comentario anexo, que ese libro es “el relato de sus aventuras amorosas con la lengua inglesa.” En parte, esto es lo que le da gran valor a una novela que desborda en belleza hasta la última frase. Pocos autores se atreven a jugar con las palabras en la forma en que Nabokov lo hace. Sus descripciones llenas de humor e ingenio producen en el rostro del lector una sonrisa casi cruel, a la vez que una imagen definida que queda permanentemente grabada en la memoria. Incluso sus personajes son víctimas de este juego (el señor Taxovich, la señorita Vecina), que los hace inolvidables aunque sean secundarios o de ambientación. Cada detalle es importante en la Norteamérica inventada de Nabokov, todos los cabos se atan y dejan en el lector paisajes descritos por manchas de brillantes colores.


Y entre todo ese universo Lolita es la más bella figura, siempre caprichosa y obstinada, leyendo historietas y revistas de cine, jugando tenis con una falda blanca y raquetas costosas. Pero también siempre bajo la mirada celosa y los deseos de H.


Sin notarlo siquiera, ella se convierte en su amor imposible, en su tragedia. Cuando Humbert pudo alcanzar el corazón de Lolita vivió cegado por el potente deseo de su cuerpo de nínfula; cuando su propio corazón reclamó a gritos a la que ya jamás volvería a ser niña, Lolita se encontraba demasiado lejos.


Por eso Humbert relata su historia y la de Lolita, porque sabe que es esa la única forma en que podrán estar juntos.





Liliana Ma. Garza Saldívar




Nabokov, Vladimir. Lolita. Editorial Anagrama. 1999.

Flavor Flav (Por Elisa Gaytán)

Cuando publiqué la entrada del programa falso, me di cuenta de mi error en habiéndolo hecho público. Antes de aclarar esta cuestión tan dudosa, juguemos a hacer silogismos. El programa es real, lo que no es real es el objetivo del mismo, encontrar la media naranja (o aguacate) del negro. Podríamos, como somos dioses en este instante, dividir la realidad en realidad real y realidad pretendida. La realidad real es el desencanto. Es dinero, es miseria y poder y ganas de sobresalir. La realidad real no hace caso de los sentimientos, si no son a los de la ironía, la maldad pura. Por ejemplo, cuando el negro desea humillar a las mujeres que se prestan a ello. Y de una de las chicas saca el oscuro pasado en fotografías, donde posa como una de las conejitas de playboy, pero a diferencia de ellas, vestidas lindas nice, ésta mujerona tenía los dedos no sé dónde metidos que ni quisieron pasar la foto por la t.v. Y fue aprehendida en el acto como una maldita mentirosa enferma y puerca. Se le acabó su tiempo. Y en la realidad pretendida, nadie se hace daño. Todo está bien, todos se esfuerzan por sonreír, fingir que son amigos, simulan amar a un negro indeseable (perdona la repetición, pero esto es parte del problema que trataremos más adelante). En la realidad pretendida, las perritas están de acuerdo en ser humilladas, les gusta.Habiéndonos situado en terreno firme, un poco confuso es el ambiente debido a la forma en la que se entrelazan la realidad real con la pretendida. Pero yendo al grano, el meollo del asunto, es decir, en lo que consiste mi error, es que no consideré la realidad pretendida como verdadera. Para mí es un verdadero misterio cómo funciona la mente, en especial la de estas mujeres. ¿De qué forma habrá sido afectado su incosciente? ¿Fueron atacadas sexualmente cuando eran niñas? Pero considerando seriamente el punto, yo estoy segurísima que una posibilidad, la más probable, la que quiero creer es que: es cierto. Es cierto que ellas compiten para ganarse a ese hombre. A ese hombre y sus dolarucos. Incluso estoy considerando que tal vez ellas lo aman porque lo ven con otras. Es una clase de amor raro, que no voy a definir aunque yo sea poderosa y tenga la fuerza en mi mano para crear universos paralelos. Porque el amor me sobrepasa. Porque el amor es todo y nada y es calor y frío y es miedo y seguridad y amor es amor y odio, amándose y odiándose...Pero esto podría ser, que ella lo ama y si lo ve feliz con otra, sufre pero a la vez se alegra por la felicidad del negro. Y que en realidad a ella, que lo ama (puede ser cualquiera de las veinte perritas), no le importa que él haya tenido sexo en la misma casa que ella con otras, que las observa a todas con la saliva de un hombre urgido sexualmente, que disfruta con su sufrimiento, aplastando su dignidad y eso les regocija, porque ellas lo gozan, es la forma en la que se sienten queridas, sienten que obtienen algo de atención.No voy a defender la existencia de los programas aberrantes (reality shows). Es muy su vida. Es muy su cuerpo. Sólo apelaré a la gran masa femenina que extienda el estandarte de la igualdad, no física, sino mental y emocional. Que no tomen como arquetipos a estas mujeres, a menos que su forma de amar sea parecida.

La lucha moral en Demian de Hermann Hess

Encontramos en está entretenida novela unos sucesos un poco reflexivos, psicoanalíticos y trascendentes de todas las personas. Este libro fruto de una crisis nerviosa sufrida por Hess en 1916.
Es una historia vista desde los estados concientes que sufre el personaje principal (Sinclair ) encontrándose a lo largo de su existencia en un estado disyuntivo entre lo bueno y lo malo, una “marca” como lo mencionan en la novela, sin poderse salir de esta fase.
Siempre (Sinclair) intenta ubicarse entre uno de los dos extremos (el bueno y el malo) pero en esta contradictoria, que siempre lo persigue, se ubica un personaje antagónico, Demian, el cual aparece solo en momentos oportunos de la vida de Sinclai, justo cuando tiene problemas ya sea de abuso, alcohol o crisis de personalidad, estando al borde de la muerte o por una simple plática, pero juega un papel principal, ya que cada que Demian aparece, la obra toma un giro inesperado, incluso en el momento en que va a finalizar la historia.
El autor juega con la vida de Sinclair, mandándolo de estados pacíficos a problemas con pocas posibilidades de resolver, empero nunca le pone una adversidad que no pueda resolver, en su infancia, por ejemplo, Sinclair se acarrea una dificultad por el sólo hecho de haber mentido. En su adolescencia lo encontramos con vicios, y prestando atención a este punto, casi cualquier adolescente tiene vicios, pero Hess adentrándose en este suceso, nos lo muetra como un vicio de alguna manera conciente, de tal modo que el personaje sabe o siente que no es correcto las cosas que hace, pero trata de aprender de ellas, de igual manera que trata de profundizar en todos los demás aspectos de su vida.
Es una obra, que desde el principio nos muestra la existencia de dos mundo, uno bueno y uno malo, uno con problemas y otro sin ellos, uno con corrupción y otro con virtudes, pero no solamente mostrándolos superficialmente, sino acuciándonos a observar la existencia de una unión entre ellos, invitándonos de otro modo a saborear las desilusiones y procesos de una persona que no sólo se acompleja, sino que aprende de sus errores, claro está, no sin ayuda de una conciencia, Demian.



Opinión personal.
Siento que en esta obra los personajes, todos ellos, son una misma persona, pero en estados diferentes del ser, que lucha constantemente contra si mismo por descubrir una realidad o un por qué de las cosas. Alejándose el (o los) personajes, de la opinión de la gente, sintiendo que ella (las personas) siempre estás erroneas y no guiándose por esto mejor observa su persona.

A. A. Maldonado